Muere Ernst
Jünger, último testigo del siglo
Berlín. José Manuel Costa
El novelista y ensayista alemán Ernst Jünger
falleció ayer, a los 102 años de edad, en la
localidad de Wilflingen, donde residía desde el
final de la Segunda Guerra Mundial. Soldado heroico,
memorialista dotado de una personalísima percepción
de la realidad, botánico y entomólogo, sutil
narrador de alegorías universales y pensador capaz
de entablar un diálogo sobre la técnica con Martin
Heideger, Ernst Jünger ha sido uno de los escritores
más controvertidos de un siglo del que fue
protagonista y espectador más allá de la primera
línea. Por fortuna, su genialidad acabó
imponiéndose sobre su pasado y sobre sus enemigos,
brindándonos una obra a la vez lúcida y libre.
Durante los últimos años, Jünger fue
sobreponiéndose al ostracismo al que lo condenaron
propios y extraños, y, en ello, España jugó un
importante papel al concederle dos doctorados
«honoris causa»: por la Universidad del País
Vasco, en 1989, y por la Complutense de Madrid, en
1995. Ayer, el presidente alemán, Roman Herzog,
glosaba su figura afirmando, en un trelegrama de
condolencia enviado a Liselote Jünger, viuda del
escritor, que «nadie como él nos ha acompañado por
los horrores de nuestro siglo, por sus grandezas y
por sus extravíos, por sus realizaciones y sus
éxitos. La literatura alemana ha perdido a un
timonel excepcional de su tiempo, al autor de una
obra que ha suscitado admiración incluso por encima
de las críticas».
Por su parte, el canciller Helmut Kohl, quien ya
visitó hace dos años al escritor con motivo de su
centenario junto con el fallecido presidente francés
François Mitterand, señaló que con Jünger
«desaparece una de las mayores personalidades de
nuestro siglo, un hombre que conservó siempre un
espíritu independiente e inflexible, incluso en las
horas más tenebrosas de Alemania, cuando pensar en
libertad era considerado como un crimen. Él exploró
los caminos más impracticables y nunca sacrificó su
convicciones personales a las exigencias de su
tiempo».
En primera línea
En fin, la biografía de Ernst Jünger es
también la biografía del siglo. Nació el 29 de
marzo de 1895, en Heidelberg. Sus estudios escolares
son ya una larga lista de traslados por internados y
colegios en Hannover, Schwarzenberg, Braunschweig,
Wunstdorf o Hamelin. Con apenas 17 años, decidió
que ya estaba bien de aulas y se enrola en la Legion
Extranjera, de la que su padre le rescata un mes
después, para llevárselo de una oreja a que acabe
su bachillerato. Su nueva estancia en las aulas duró
poco. Nada más estallar la I Guerra Mundial, se
alistaba voluntario en el ejército.
Su actividad en la contienda no fue la de un
intelectual destinado a un oscuro puesto, sino la de
un soldado de primera línea, herido siete veces y
condecorado con la orden Pour le Merite. En 1919 fue
integrado en el ejército de la república de Weimar,
que abandonó pocos años más tarde para estudiar
zoología y filosofía en Leipzig. Fue también en
ese momento cuando comenzó a publicar, y ello, con
una de sus obras más controvertidas a lo largo del
tiempo: «Tempestades de acero» (1920), sus diarios
de la guerra, en las que el autor busca sentido a la
guerra.
Contra Hitler
«Tempestades de acero» y «La lucha como
vivencia interior» han sido normalmente
interpretadas por la izquierda como apología
militarista, pero ya Bertolt Brecht decía «Dejad en
paz a Jünger. El hombre tiene estilo».
Ese estilo le permitió distanciarse del nazismo
lo suficientemente pronto como para no poder
echársele en cara devaneos con el nuevo orden. Para
Jünger los nazis eran una gente soez y que no
respondía en lo absoluto a su ideal político. De
hecho, se negó tanto a entrar en la Academia como en
el Parlamento nazis. Poco antes del comienzo de la II
Guerra Mundial, y sin permiso oficial, publicó
«Sobre los acantilados de mármol», una alegoría
contra Hitler lo suficientemente directa como para
describir, incluso, los campos de concentración. No
obstante, fue movilizado y destinado, primero, al
frente ruso;"y, luego a París, en el Estado
Mayor del general Von Kupfnagel. Fueron para el unos
tiempos interesantes, de copas de vino entre los
bombardeos, relaciones con la "conspiración
de los generales"contra Hitler... que
finalizarían, en 1944, con su licenciamiento de la
Wehrmacht, por ser «indigno de las armas». Por su
parte, y por si acaso, los aliados le prohibieron
publicar hasta 1949.
Desde hacía casi cincuenta años, Jünger vivía
retirado en su casa de Bad Wilflingen, lo cual no le
impidió realizar un sinnúmero de viajes, sobre todo
a África y el ámbito mediterráneo. Ya en los
sesenta realiza otros viajes, más bien
psicodélicos, en unión del descubridor del LSD,
Albert Hoffmann. Jünger fue el gran aventurero
conservador, algo que, como modelo social, hoy
resulta casi impensable, a no ser que suceda en
alguna galaxia lejana. Pero lo mismo que se
entusiasma, Jünger también puede caer en el
escepticismo, en el misticismo, el lirismo, el
surrealismo o la descripción entomológica. No son
tanto contradicciones cuanto fruto de su
"visión estereoscópica de la realidad,
donde los hechos y los objetos son contemplados
simultáneamente desde varios puntos de vista.
En lo últimos años, y tras haber sido
distinguido con el premio Goethe, Jünger había
pasado a otro escalafón, sin duda más parecido
al"tesoro viviente" japonés, que a las
representaciones occidentales del talento y la
ancianidad.
Bibliografía
Narrativa:
_- «Tempestades de acero» (1920).
_- «La lucha como vivencia exterior» (1922).
_- «El bosquecillo 125» (1925).
_- «El corazón aventurero I» (1929).
_- «Hojas y piedras» (1934).
_- «Juegos africanos» (1936).
_- «El corazón aventurero II» (1938).
_- «Sobre los acantilados de mármol» (1939).
_- «Jardines y calles» (1942).
_- «Radiaciones» (1949).
_- «Heliópolis» (1949).
_- «Visita a Godenholm» (1952).
_- «Las abejas de cristal» (1957).
_- «El tirachinas» (1973).
_- «Eumeswill» (1977).
_- «Los setenta se desvanecen» (1981).
_- «El problema de Aladino» (1983).
_- «Obras completas» (1983).
_- «Encuentro peligroso» (1985).
Ensayo y memorias:
_- «La movilización total» (1930).
_- «El trabajador» (1932).
_- «Radiaciones» (1949).
_- «La paz» (1945).
_- «Más allá de la línea» (1950).
_- «La emboscadura» (1951).
_- «El libro del reloj de arena» (1954).
_- «Junto al muro del tiempo» (1959).
_- «El estado mundial».
_- «Ad hoc» (1970).
_- «Aproximaciones» (1970).
_- «El autor y su escritura» (1981).
_- «La tijera» (1989).
_- «Sobre el dolor» (1995).