cultura
22-02-1998

Alemania se conforma con un discreto adiós al escritor Ernst Jünger

Fue enterrado en la localidad donde vivía

GEMMA CASADEVALL

CORRESPONSAL

BERLIN.- Alemania se conformó con un discreto adiós a Ernst Jünger. Al más relevante entre los escritores en lengua germana de este siglo acudieron a rendirle el último homenaje unos cuantos centenares de incondicionales, amigos, compañeros de profesión y familia, presididos por políticos locales por toda representación institucional.

Wilflingen, población suaba de algo más de 300 habitantes, cerró con el entierro de ayer el último acto de su estrecha relación con el escritor. Ahí buscó refugio hace más de 40 años Jünger, harto de la continua controversia y hasta persecución que su figura desataba entre sus compatriotas. Ahí se quedó hasta su muerte, el pasado martes, pocas semanas antes de su 103 cumpleaños.

Parece que al escritor alemán tenía que acompañarle hasta la tumba la maldición de Las Tempestades de acero, una apología de la guerra escrita en 1920, que le granjeó de por vida el etiquetaje de «viejo nazi». La lucidez estilística y el rechazo del nacionalsocialismo, aún en pleno III Reich, no fueron suficientes para una rehabilitación sincera de su voluminosa obra. El reconocimiento del que gozó por parte francesa, y no únicamente por parte del presidente Fran¢ois Mitterrand, no solo no consiguieron reconciliarse con los suyos, sino que quizá contribuyó a agrandar el abismo.

BROCHE INSTITUCIONAL.- Erwin Teufel, primer ministro del estado de Baden-Württemberg, fue el encargado de poner el broche institucional al entierro. Helmut Kohl, amigo y admirador personal de Jünger, se encontraba en Polonia en una ronda trilateral franco-polaco-alemana. Kohl lo despidió el pasado martes como uno de los «grandes escritores y personalidades de este siglo».

Con todo, puede decirse que el entierro se ciñó exactamente a los deseos del escritor. Sencillo, en familia o entre amigos. Los restos de Ernst Jünger reposan ya en el cementerio de Wilflingen, junto a los de su primera esposa y dos hijos. Su nieta Irina cantó un emocionado Ave María de Charles Gounod en la pequeña y por tanto abarrotada iglesia del pueblo.

Mientras tanto, la editorial Klett-Cotta ya ha anunciado que próximamente publicará la correspondecia que Jünger mantuvo con los personajes más variopintos, desde su editor a su viuda, Liselotte, pasando por sus influyentes y conocidos amigos.

El Mundo